Bisontes modelados en arcilla. Cueva de Tuc D´Aubert (Francia)
Hace aproximadamente unos 40.000 años da comienzo una nueva manifestación de la inteligencia humana, con la aparición de las primeras representaciones artísticas, localizadas en diferentes zonas de Europa y Asia.
Los seres humanos que poblaban el planeta en esa época (el Paleolítico Superior) practicaban una economía depredadora, basada en la caza y la recolección de vegetales, lo que les obligaba a mantener formas de vida nómadas. En parte por esta razón, empleaban frecuentemente como habitats las cuevas que hallaban en sus recorridos.
Y es en las cuevas donde se localizan las más importantes manifestaciones de este primer arte prehistórico, que recibe por tal motivo el nombre de rupestre. Destaca preferentemente la pintura efectuada directamente sobre la roca de paredes y techos, aunque también se emplean el grabado y otras técnicas complementarias.
Caballos y bóvidos. Cueva de Lascaux (Francia)
En la mayor parte de los casos, estas pinturas nos muestran diferentes especies animales, lo cual ha llevado a muchos investigadores a considerar que con la representación de la fauna de la época se realizan en realidad ritos de magia propiciatoria de la caza. Para otros autores, en cambio, el hecho de que las manifestaciones artísticas se localicen en las zonas más profundas de las cuevas permite deducir que éstas eran consideradas como santuarios, en los que quedaría reflejada la espiritualidad de la época.
Aunque el catálogo de cuevas con representaciones artísticas ocupa una amplia extensión territorial, destaca la concentración existente en la zona franco-cantábrica (sur de Francia y norte de España), donde se localizan dos de las
"catedrales" del arte rupestre: las cuevas de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria) y Lascaux (Francia). Destaca en ambas el uso de la policromía y el naturalismo de la representación.
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